Después de lo que disfrutamos con la captura de la semana pasada, este domingo estábamos deseando ir al mismo lugar. Las predicciones meteorológicas para estos días eran de bastante
lluvia en la zona. En
Sevilla capital, a pesar de estar nublado, no cayó prácticamente nada de agua. La sorpresa nos la llevamos al llegar a nuestro destino y ver que estaba todo absolutamente embarrado... un lugareño nos comentó que al amanecer cayó muchísima agua. El paraíso de la semana pasada se había convertido en un cenagal. Nos replanteamos las cosas y decidimos tirar para otro lugar. Otro embalse cercano, perteneciente a la cuenca de otro río, con buen acceso para el coche, sería nuestro destino. En media hora, con un ojo en el cielo y otro en el embalse comencé a dar cañazos. El agua estaba bastante tomada y decidí poner una ninfa de color blanco lastrada que va muy bien en los días de lluvia. Al ratito capturé un barbo y más tarde una carpa. Con un
streamer me divertí capturando pequeño
basses. El lugar estaba precioso. La demanda de agua a la que se ve sometido este embalse, destinado a abastecer una gran central hidroeléctrica, hace que constantemente baje su nivel. Las inmediaciones de sus colas deben poseer terrenos muy fértiles, puesto que a medida que sus orillas van quedando desnudas, se van cubriendo de un manto de hierba.
Detalle de la deformidad de la cola de esta carpa
En un pequeño entrante del terreno observé una nube de lodo que pedía a gritos ser explorada. Éste es un lugar excelente para grades carpas, de hecho años atrás pesqué a pocos metros de aquí una de muy buen porte. Por la agitación del agua deduje que era una de gran tamaño. No conseguía verle la cola, y eso era fundamental para saber como presentar. Probé a lanzar una vez y no pasó nada. Saqué la ninfa del agua y repetí la acción. Arrastré la muestra por el fondo y nada de nada. Recogí despacio para volver a lanzar y al sacar la ninfa del agua, algo detrás de ella se dio la vuelta, dejando una turbulencia en el agua. No llegué a ver lo que era pero rápidamente repetí la acción en el lugar donde había quedado el remolino. Hundí la imitación y nada más caer se produjo la picada. Clavé y el pez comenzó a sacar metros y metros de linea a gran velocidad. Parecía como poseído... ¡¡¡qué manera de tirar!!! Con toda la linea y varias decenas de metros de backing fuera, por fin el pez se relajó un poco, pero no había manera de recuperar linea. Era muy fuerte y no cedía metros con facilidad. ¿Que demonios tenía enganchado al otro lado de mi equipo? Después de unos diez minutos de paseo por la orilla del embalse pude sacarlo del agua. Se trataba de un gran barbo que arrojó en el pesímetro 3´250 kg...
Estaba sorprendido por la captura, ya que este no es un lugar de barbos muy grandes...Tenía claro que el de la semana pasada era excepcional y estaba convencido de que tardaría tiempo en repetir algo parecido. Está claro que en la pesca no hay nada seguro ni evidente
La suerte ha estado de mi lado en las últimas salidas de pesca. No puedo pedir más. Solo agradecer a la MADRE NATURALEZA los regalos que me brinda.
¡¡¡GRACIAS!!!
Hasta pronto...y la próxima al Guadalmellato...