28.3.09

Un gusanillo en el estómago

Ayer por la mañana, como de rutinaria costumbre, me levanté para ir a trabajar. Eran algo más de las seis. Abro la puerta de entrada para salir a la calle, en silencio para no despertar a nadie, y veo que el coche de mi padre no estaba... Sabía que saldría a pescar uno de estos días, pero siempre que veo que se ha ido me deja un pellizquito en el estómago. Lo que daría por haberme ido con él.
Y es que pasan los años y hay cosas que no cambian.
Mi padre, a pesar de contar ya con unas cuantas primaveras a sus espaldas, se sigue pegando sus escapaditas de pesca.
En casa es una forma de vida: El campo, la montaña, viajar, la pesca...son una constante que nos ha marcado desde que tenemos uso de razón, tanto a mi hermano como a mi.
Los primeros recuerdos que tengo caña en mano fueron en las graveras del Viar, cerca de Cantillana. Allí los remontes de los barbos se mezclaban con la charcas infestadas de basses de mediano tamaño. Iba con mi padre que me enseñaba donde y como debía lanzar. A veces sacaba algunos basses cuarterones, que para mi eran todo un reto. Yo tendría cinco o seis años. Cuando era un poquito más mayor, ya nos movíamos por el Hueznar y el Majaceite, en los que realmente aprendí a localizar peces y a probar nuevas técnicas.
Eran tiempos en los que la presión sobre los peces era escasa.
Tendría unos once años cuando llegaron a mis manos unos juegos de mosca ahogadas. Aquello cambió mi forma de pescar para siempre. No tenía ni idea de como se usaban pero sentía una gran inquietud por pescar con aquellos livianos señuelos. Jamás olvidaré el momento en que una trucha surgió de entre unos juncos para tomar una de estas moscas.
La técnica era poco depurada. Consistía en amarrar la imitación directamente a la punta del monofilamento de mi caña de spinning y posarla en la superficie sin lanzar (pescando en punta) Aquella subida, en la que la trucha rechazó la muestra, encendió una llama que todavía se mantiene intacta. Meses después, un pescador cordobés, asiduo del Coto del Hueznar, al verme pescando a mosca con mi caña de spinning maciza, me dijo que para pescar como yo pretendía era necesario una caña de mosca y una cola de rata... El fin de semana siguiente volvimos a coincidir y sacó del maletero de su coche la primera caña de mosca que vi en mi vida. Era preciosa.
La semana siguiente me la pasé convirtiendo mi pesada caña de spinning en una rudimentaria caña de mosca; Corté el mango de madera, le fabriqué una empuñadura por encima del soporte del carrete...era un engendro muy extraño.
En pocas semanas le pedí a mi padre un carrete de mosca y una linea. Me regaló un Daiwa y le colocamos una linea que debía ser del seis o del siete... Resultado final. Caña de 1.5 m, maciza de fibra de vidrio con una linea 6 o 7.... Y así comencé a practicar.
Pescaba muy pocos peces, pero cuando conseguía una captura la disfrutaba muchísimo. Cada vez lanzaba con menos torpeza y practicaba tácticas nuevas.
Al comenzar una jornada a pie de río mi padre siempre me decía "¿hoy con que vas a pescar, con cucharilla o mosca?" yo siempre quería con mosca y el se extrañaba. Con la cucharilla se pesca mejor, me decía.
Con el tiempo conseguía yo más capturas que él y al final se mostraba orgulloso de que su hijo practicara esa rara modalidad con la que conseguía buenas pescatas.
Un día en el Hueznar, mientras tentaba truchas, conseguí mi primer barbo. Aquello fue increíble para mi. La fuerza descomunal de aquel pez, prendido de aquel ligerísimo equipo, me dejó una sensación que no olvidaré.
Andaría yo con 16 años cuando saqué mi primera carpa. Fue en el Embalse del Cala. Mi padre iba en busca de bases a spinning y yo caminaba con mi madre por la orilla. Al atardecer vi un grupo de carpas cebándose en superficie en el centro de una cola. Le dije a mi madre que se parara. Con una mosca, con la que sacaba pequeños bases, lancé al grupo de carpas, con la suerte de que el lance me salió bien. A los pocos segundos, casi por instinto, di un cachetazo y la mosca quedó prendida de una de las carpas. Pensé que vendría robada, puesto que tiraba como una condenada, pero al orillearla y ver que venía por la boca, mi sorpresa fue grandísima. Aquel bello momento lo compartí con mi madre. Alguna que otra vez, cuando hablamos de pesca en casa, cosa que hacemos a menudo, mi madre y yo recordamos con cariño la captura de aquella primera carpa...
Aquella captura me hizo reflexionar mucho. Las zonas trucheras eran escasas y por tanto la pesca a mosca era limitada. Pero carpas y barbos los había por todas partes y también los podría pescar con mi caña de mosca... Se abrió un basto horizonte de posibilidades.
En poco tiempo renové mi equipo. Una caña Boomerang Premier para linea cinco...
Desde entonces han sido muchos los recuerdos, las capturas, los días malos, los buenos, los amaneceres y anocheceres, los kilómetros de carretera junto a mis seres queridos en busca de la tranquilidad del campo, etc...
Ayer, cuando salí de casa para ir a trabajar y vi que el coche de mi padre no estaba, sentí un gusañillo en el estómago y esbocé una sonrisa ...
Todo sigue intacto, como al principio.

15.3.09

UNA KILOMETRADA EN BUSCA DE AVENTURAS

La creciente actividad de los cirpínidos es una agradable realidad. Barbos y carpas se van acercando a las orillas, despertando así de su letargo invernal. La subida de temperaturas de esta última semana ha acelerado aún más este proceso. Lo pudimos comprobar en la salida de este sábado.
Javi y yo y más tarde Eduardo, pasamos el sábado en uno de los embalses más tempraneros de la provincia de Sevilla, en busca de carpas y barbos a los que lanzar nuestras imitaciones.
Quedé con Javi a las nueve de la mañana. Unos kilómetros de carretera y en poco estábamos desayunando en un pueblecito cercano a nuestro destino. Tras cargar las calorías necesarias continuamos hacia el embalse. Una vez allí, montamos tranquilamente nuestros kayaks y equipos de pesca. Javi montaba un equipo de casting, el de spining y el de mosca. Yo dos cañas de mosca: una linea ocho para bases y carpas grandes y otro del seis-siete para barbos.
Mi idea principal era buscar grandes carpas. En caso de que no localizara ninguna me dedicaría a pescar todo lo que me pasara por delante, o por lo menos intentarlo...
Javi se fue en dirección a la presa y yo me dirigí hacia la cola principal. Es uno de mis lugares favoritos. Es una zona difícil de pescar, con orillas muy cortadas con piedras sueltas, con lo que las aproximaciones se hacen dificultosas y penosas. Pero el premio al esfuerzo puede ser más que interesante...

Esta carpa, capturada hace unos años en este lugar, dejó grabada en mi memoria uno de los mejores momentos de pesca que he vivido...

De camino me fui parando en las numerosas playas que hay repartidas en la orilla norte, en las que observé gran cantidad de peces muy cerca de mi. Me paraba un buen rato mirando atentamente hasta descartar la presencia de grandes peces en la zona, daba un par de lances y me iba hacia otra playa. Con esta estrategia se pescan muy pocos peces, pero se aumentan las posibilidades de capturar un peso pesado. Cuando llegué a mi destino, unas orillas con mucha profundidad, desembarqué con mucho sigilo, sabiendo que estaba en un punto muy interesante... Entré en una pequeña cola ideal para encontrar lo que buscaba. Unos minutos de observación y de repente veo emerger, a unos metros de mi, una columna de lodo removido que ascendía rápidamente... Una turbulencia así sólo la puede hacer una carpa muy grande. Descendí muy muy despacio por la escarpada orilla y lancé un pequeño streamer que no hizo otra cosa que espantar al enorme pez. Me quedé de nuevo a la espera sin moverme (qué calor) Al cuarto de hora o así veo de nuevo emerger otra gran columna de lodo. De nuevo el pez se alimentaba justo delante de mi. Lo vuelvo a intentar y nada, no lo consigo. En estas situaciones, el corazón parece que te va a estallar de la tensión... Despues, no se por que motivo, el pez salto en el centro de la cola, sacando su enorme cuerpo totalmente del agua. Me quedé boquiabierto. Calculo que rondaría los siete kilos... Impresionante.
La mañana se esfumó como si el tiempo corriera de una forma distinta.
Volví para el coche, que quedaba a unos cinco kilómetros, paleando casi sin parar pues habíamos quedado para comer a las dos. Momento en el que se sumaría Eduardo a esta jornada de pesca. Al encontrarme con Javi me narra la captura de dos barbos con su caña de mosca... toda una alegría para él y para mi. Poco a poco está experimentando las sensaciones de la pesca a mosca. Con su tesón y buen hacer dará mucho que hablar con esta modalidad.
Almorzamos, ya con nuestro Eduardo, y volvimos al agua. Ellos volvieron hacia la presa y yo otra vez hacia la cola...otra kilometrada. El resto de la tarde la dediqué a buscar carpones sin resultado. Y ya al final decidí volver usando bichos de foam para barbos y streamers para tentar bases. Conseguí algunas capturas que amenizaron la jornada.
El día pasó rápido. Caía el sol cuando me encontré con mis compañeros. El balance final... Javi, dos barbos con su caña de mosca, Eduardo un barbo y una carpa


y yo dos barbos, un pequeño bass, una veintena de kilómetros en mis brazos y la imagen de una impresionante carpa que me tuvo en vilo un buen rato...

El colofón a este fin de semana lo tuvimos el domingo por la tarde, cuando improvisamos una visita relampago a otro de nuestros lugares preferidos. En esta ocasión, acompañado por Carmen, tenté a los barbos con bichitos de foam... el resultado aquí lo teneis. Unos bellísimos momentos que quedan reflejados en estos videos. Espero que os gusten.





Hasta pronto

9.3.09

COMIENZA LA ACTIVIDAD

Este fin de semana se presentaba completito de ocupaciones.
Como es lógico no todo va a ser pescar. Pero si, he tenido huequecillos en los que he aprovechado para "soltar el brazo". Son tantas las ganas...
El sábado por la mañana di un corto paseo con mis padres por la orilla de uno de nuestros embalses. Aunque hacía algo de calor, la actividad en las orillas era escasa. Mientras ellos caminaban relajadamente yo me adelantaba para dar unos lances. Pude capturar una carpa común que andaba un poco desesperada buscando alimento. Fue un paseo corto pero muy agradable junto a la familia. El domingo por la tarde y tras unos compromisos, a eso de las cinco, salimos Carmen y yo hacia otra zona muy cercana a Sevilla. Caminando por la orilla pudimos comprobar cómo los primeros ciprínidos de la temporada, los más osados, se acercaban a las orillas. Estaban muy desconfiados. A pesar de meterle las moscas en la boca, las picadas fueron contadas. Los barbos andaban alejados de las orillas comiendo en el fondo, y las carpas, un poco más animadas, lo hacían en todas las capas del agua. Fui disminuyendo el tamaño de las imitaciones hasta dar con las que parecían más de su agrado. También aumenté la longitud del bajo hasta tres metros y medio. Con ese conjunto conseguí varias capturas con las que disfruté como un niño pequeño. Pasó la tarde casi sin darnos cuenta. Presenciamos un precioso atardecer con el cual pusimos punto y final a nuestra escapadilla de Domingo.
Hasta pronto
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Y hace un año... EL SALVAJE GUADALCACIN: "Una inmensidad de embalse, repleto de árboles sumergidos, con cortados intransitables, casi sin accesos, en un entorno espectacular" .....

3.3.09

¿QUIEN DIJO MIEDO....?

Las previsiones meteorológicas no fueron en absoluto las adecuadas para una quedada de pescadores, pero las ganas y la ilusión por concidir de nuevo con los amigos pudieron más que las adversidades meteorológicas. Además, para qué están los paraguas si no...
Os dejo un video con imagenes de la jornada. Espero que os guste.
Más sobre esta jornada en Big Fish Sevilla , Peskacor y Pescamoscasevilla
Hasta pronto.