Este Domingo pasado lo recordaremos como un día especial.
Todo transcurría normalmente; piraguas, baño, sol, pesca... Llegamos a un rincón, de esos que nos gustan a nosotros, para pasar el día con la idea de luchar un poco contra estos calores que nos abrasan. Como siempre eché el equipo de pesca. Después de alejarnos del coche remando por el embalse, sobre las doce y media decidí darme una vuelta para tentar suerte. La estrategia era la que siempre repito en lugares solitarios como este; Subirme en lo alto de alguna roca que me de un punto de vista favorable y esperar. Aunque decir "esperar" con las temperaturas que estamos soportando es mucho decir. La quietud y el silencio son imprescindibles. Tras una larga espera sin resultados decidí volver sobre mis pasos... justo en ese momento aparece por mi derecha una enorme mancha dorada nadando cerca de la superficie. Una enorme carpa royal se me acercaba a la orilla, seguramente en busca de alimento. El corazón y respiración se me aceleraron. La tensión es tremenda pues cuando un pez así se pone a tiro no se puede fallar. El animal se detuvo unos cinco metros a mi izquierda y a un par de metros de profundidad. Comenzó a comer con una gran desconfianza. Me giré con mucho cuidado y comencé a sacar linea. Lanzo y la asusto... Como es costumbre en peces así, el hambre les puede, y volvió a salir unas decenas de metros más a la izquierda. Me acerqué con mucho cuidado, saltando de piedra en piedra, y volví a intentarlo. Así una y otra vez hasta que en uno de los lances hizo un giro muy forzado. Imaginé que había tomado la imitación y di un cachetazo. La caña quedó bloqueada, como si hubiera clavado la mosca en un tronco...hasta que comenzó a sacar hilo. Sacó más de cien metros... Llamé por la radio a Carmen para que se viniera con una de las piraguas a toda pisa. La embarcación me sería útil en caso de que el pez decidiera irse para unos árboles sumergidos que hay en el centro del pantano.
Con el equipo literalmente al límite, conseguí acercarla a unos veinte metros, pero, en cuanto se recuperaba, volvía a sacar metros y metros de linea... Más de una hora a pleno sol luchando con este espectacular pez. Cada cierto tiempo me metía en el agua para no pillar una insolación... pues el calor me estaba dejando fuera de juego.
Cuando conseguí acercarla me encontré con un gran problema. El bajo de linea que tenía montado era de más de cuatro metros, más largo que la caña, con lo que para acercar al pez a mi minúscula sacadera tenía que pasar el conector y algún nudo que otro por las anillas de la caña en plena tensión...
Pensamos que sería mejor que yo subiera por la escarpada orilla para que Carmen se metiera en el agua con la sacadera. Así fue. Tras varios intentos lo conseguimos. Carmen, valiente y decidida, con el agua por el pecho, metió la enorme cabeza del pez en la red del salabre. Sólo cabía media carpa... Bajé y me metí en el agua con el saco de retención para asegurarme de que el pez de un coletazo no se nos iría. Cuando saqué el pesímetro para pesar al pez, me temblaban los brazos por el cansancio y me costó levantarlo. Una vez en el aire , la pantalla arrojó 7.5 kg. Nos fuimos orilleando, con sumo cuidado para no dañar al animal, a un lugar llano donde hacer algunas fotos... Con un aislante improvisamos una alfombra de recepción. Un pez de este tamaño requiere una manipulación especial y cautelosa.
Realmente es un milagro que el equipo haya resistido. Montaba un tándem de moscas (ninfa lastrada y quironómido montado en anzuelo para carp fishing) con lo que había un "extra" de nudos. El "tipet" era un treinta de fluorocarbono, de una bobina que me regaló Javi DH (lo monta en su equipo de spining) que es de una calidad excepcional. Más arriba, un tramo del cuarenta, también de fluorocarbono (de menor calidad) conectado a un bajo torsionado que me regaló Eduardo. Luego el conector y la linea. Este conjunto unido a la magnífica resistencia de la caña (Kali Cunan Fly Bass 7-9) y el preciso y resistente freno del carrete (Redington SVII) hicieron que la lucha con el pez se vinculara a mi favor. Todo funcionó de maravilla.
En todas nuestras aguas existen peces de este tamaño y mucho mayores... quien sabe donde y cuando nos cruzaremos con alguno de ellos... Esa es la magia de la pesca
Hasta pronto...