22.9.09

DE LA GARGANTA VERDE A POR GRANDES CARPONES

Como dice el título de esta entrada la Garganta Verde era nuestro objetivo, pero las copiosas lluvias que han caído en la Sierra de Cádiz a lo largo de estos últimos días han hecho que, a pesar de tener los permisos necesarios y el material preparado, desistamos del intento. Así que este Lunes, festivo en la localidad en la que trabajamos Javi y yo, acabamos en un embalse con nuestras cañas y kayaks. Una vez llegados, llenos de ilusión y ganas, dejamos los coches y comenzamos a alejarnos con las embarcaciones. Fui yo el primero en poner pie en tierra para investigar en una primera orilla. La actividad era nula y en el rato que permanecí en aquel lugar lo hice sin dar un sólo cañazo. Javi paró un centenar de metros más allá. En pocos minutos me llama por la radio y me dice que tiene prendida una carpa que sacaría del agua sin problemas... Pasan unos minutos cuando me vuelve a llamar para decirme que sigue luchando con ella. Viendo que pasaba el tiempo decido acercarme con el kayak para ver que pasaba. Cuando veo a mi amigo lo encuentro con la caña hecha un ocho, completamente arqueada y en el agua un pez dando fortísimos coletazos. Desembarqué como pude, y con la sacadera ayudé a mi compañero a sacar al pez. Era mucho mayor de lo que pensábamos. Fue un lance que Javi no olvidará fácilmente pues pulverizó su record de carpa a mosca. El pez era realmente precioso. Tras las felicitaciones lógicas por la alegría de ambos en aquel momento proseguimos la jornada. Javi por una orilla y yo por la contraria fuimos barriendo el embalse. Yo no conseguía ver ni un sólo pez, sin embargo mi compañero no paraba de acechar carpas. Lo veía desde lejos agazapado y completamente mimetizado en el paisaje. Otra llamada de mi amigo avisandome de otra buena captura me hizo "volar" a todo trapo con mi kayak hasta su posición. De nuevo otra espectacular carpa había sucumbido a su ímpetu y tesón. Desde luego es un magnífico pescador que nos deleitará con muchas capturas como las de esta entrada. Yo seguía sin tener suerte. Conseguí clavar dos buenos ejemplares que acabaron metidos en los innumerables árboles sumergidos, rompiéndome el bajo y dando al traste con ambas capturas. Seguimos intentándolo en un lugar muy alejado de nuestro punto de partida (luego había que volver...) Allí por fin comienzo a ver más peces, dándome la opción de seleccionar a los más grandotes. Caminando hacia el kayak me encuentro de frente con un enorme ejemplar que, como a unos diez metros de la orilla, se desplazaba de forma errática, sin mostrar mucho interés por comer. Me quedé parado a la espera de alguna reacción del animal, pero este pasaba de largo sin arrimarse a la orilla para comer algo. Cuando se iba hice un lance bastante largo y dejé hundirse la mosca en su trayectoria. El pez la vio pero no picó. Hago un lance mucho más alejado y la respuesta esta vez fue positiva. La mosca acabó dentro de su boca... entonces comenzó una lucha de las que no se olvidan. El pez tiraba como una auténtica locomotora hacia los árboles sumergidos. No me dejó otra opción que apretar el freno casi a tope y aguantar. A los quince minutos la saqué del agua. Era realmente grande y muy fuerte.
Desde luego no todos los días se consiguen capturas como estas. Las tres carpas sumaban veinte kilos... si añadimos el entrañable ambiente del que disfrutamos mi compañero y yo ¿qué más se puede pedir?
P.D. Por peticion de mis amigos, os pongo el tipo de cangrejo que mejor me va con las grandes carpas.

Más sobre esta jornada en Big Fish Sevilla

Hasta pronto.

5.9.09

ENTRE PECES Y MONTAÑAS

Siempre que volvemos de hacer algún viaje por nuestro país en el que hemos conocido lugares nuevos, siento una especial necesidad por reencontrarme con alguno de los parajes en los que nací como pescador. Uno de estos rincones está en plena campiña gaditana, donde el Guadalete es represado y se ensancha, invadiendo una gran llanura. En estas playas de agua dulce de suaves orillas y bello y contrastado paisaje, descubrí grandes cosas, algunas de las cuales cambiaron el rumbo de mi vida para siempre. Al pescar en sus bajíos es difícil evitar que se me vayan los ojos hacia las enormes moles calcáreas de la Sierra de Grazalema que, como grandes gendarmes, vigilan desde las alturas todo el valle del Guadalete, desde su nacimiento hasta su desembocadura en el mar. Hace muchos años, pescando junto a mi padre estas orillas, me comenzó a intrigar una cuestión... ¿cómo se verá este embalse desde aquellas cumbres? Unos meses después, mi hermano Antonio y yo, pisamos la cima del Torreón, la más llamativa de todas, que con sus 1654 metros de altura sobresale imponente por encima de las demás. Fue un día nublado, en el que no pudimos gozar mucho tiempo de las grandes vistas que normalmente ofrece este majestuoso mirador. Tan sólo se abrió un hueco durante unos minutos, pero fue suficiente para ver la mancha azulada del embalse, haciéndose realidad una de mis ilusiones. Pero las vistas iban mucho más allá: El Estrecho de Gibraltar, detras la silueta de la Cordillera del Rif en Marruecos, todo el Sistema Penibético y hasta las altas cumbres de Sierra Nevada. Sobrecogedor.

Maravillados por aquellas arrebatadoras sensaciones, tuvimos muy claro que el gran esfuerzo que supone subir una montaña se ve compensado con creces al llegar a la cima. Así nació nuestra profunda afición por la montaña, que tanto mi hermano como yo mantenemos viva.
Aquella fue la primera gran cumbre. Luego siguieron las de la Sierra de Ronda, el Torcal, Tejeda y Almijara, Sierra Nevada, Cazorla, la Sagra, Gredos, Picos de Europa, Los Pirineos, El Atlas, etc... La culminación de esta aventura montañera llegó con las acensiones en Los Alpes, una de las grandes maravillas de nuestro planeta, donde caminas literalmente por el cielo...

Realmente aquella visión desde las aguas del Guadalete cambió mi vida...
Tras la vuelta de nuestra reciente visita a las tierras leonesas, decidimos pasar una tarde en este entrañable lugar.
Mientras acechaba a las carpas me asaltaban muchas de estas sensaciones del pasado, pasándose las horas sin darme cuenta. Ahora que el embalse está casi lleno, los paisajes acentúan su belleza. Los peces fueron saliendo uno detrás de otro. Mientras soltaba una carpa, por el rabillo del ojo veía la siguiente deambulando en busca de alimento.

En poco tiempo más de una docena de ellas cometieron el error de creer que aquella ninfa destartalada era algo interesante que llevarse a la boca.


Con el sol todavía muy alto emprendimos precipitadamente la vuelta a casa... Trufa, en una de sus carreras se clavó un alambre de espino. Preocupados por la inflamación de una de sus patas pusimos tierra de por medio para, en poco más de una hora, estar en la consulta del veterinario en Sevilla. Allí le practicaron las primeras curas a nuestra perrita
Así transcurrió la tarde del lunes en uno de nuestros rincones preferidos...
Una semana después Trufa sigue convaleciente por la seria infección, de la que ha mejorado considerablemente con los días gracias a un fuerte tratamiento.
Hasta pronto.