1.11.09

CARPAS DE OTOÑO

De nuevo en el trabajo, en una de las numerosas ocasiones en las que coincido con Javi, surge la idea de hacer una salida a la provincia de Badajoz. Un par de días más tarde, Eduardo y Antonio, que habían quedado para salir de pesca juntos, se nos unen.
De nuevo el calor se hizo notar desde las primeras horas del día, algo realmente anormal para la época en la que nos encontramos. Pero claro, para la pesca es una circunstancia favorable. Los peces siguen activos. Llegamos a una de las colas del embalse elegido, repartiéndonos en parejas: Antonio y Eduardo por una orilla y Javi y yo por la contraria. Tras una larga caminata llegamos a una zona en la que se concentraban los peces. El agua era muy turbia y los peces no veían las moscas, pero claro, también era más sencillo aproximarse a ellos. Allí conseguí mi única captura del día. Una preciosa carpa común que rondaba los seis kilos que, con la valiosa ayuda de Javi (gracias amigo) pude sacar del agua con todas las garantías. Allí coincidimos con nuestros compañeros Edu y Antonio, que viendo la actividad en aquel rincón intentaron probar suerte. Yo seguí caminando hacía un lugar que conocía, con la esperanza de encontrar algunos barbos que tuve la oportunidad de ver en una visita anterior. Tras caminar casi sin parar durante una hora, viendo sólo un par de peces, decidí darme la vuelta y regresar en busca de mis compañeros. Al encontrarme con ellos me comentan que Antonio había conseguido una buena carpa común en el lugar en el que los dejé cuando me fui. Estaba claro que la actividad se concentraba en aquella cola. Llegó la hora de almorzar, momento que aprovechamos para contarnos nuestras batallitas y bromear un buen rato. Nos desplazamos a otra de las colas del embalse pero ya sin la compañía de Antonio, que debía regresar a casa. Así que nos quedamos Javi, Edu, y yo. A pesar de ver muchos peces, no conseguimos ninguna carpa más. Javi, mientras tentaba a un buen ejemplar con un ninfón, capturó un black bass de medio kilo que, como buen oportunista, merodeaba por la nube de lodo buscando algo que llevarse a la boca. La tarde terminaba y las fuerzas flaqueaban, por lo menos por mi parte, finalizando así una jornada de pesca muy calurosa, de mucho caminar y muy divertida.
De vuelta a casa, los inmensos campos extremeños, teñidos de rojo por la luz del atardecer, pasaban y pasaban como un decorado inigualable, recordándonos que debíamos volver pronto por estas bellas tierras.
Hasta pronto