Me cuesta mucho describir la sensación que tengo tras haber disfrutado ayer en uno de los lugares mas bellos del sur de España. Allí, cada gesto y cada lance toman un cariz especial. Navegar, andar por sus orillas, escuchar... Detener el kayak en medio de esta gran masa de agua y observar lo que nos rodea te llena de una bella y relajante sensación.
Partimos temprano de Sevilla con ganas e ilusión. Y es que la llegada a nuestro destino tenía el aliciente de que íbamos a conocer a J. Alfonso y a Miguel, de la asociación PESKACOR.
De izquierda a derecha, Miguel, Eduardo, Javi, J.Alfonso y yo.
Ellos, a pesar de disponer de muy poco tiempo, se desplazaron al lugar para darnos una amena y divertida bienvenida. Después se volvieron para casa.
Echamos nuestras embarcaciones al agua, dirigiéndonos cada uno a puntos distintos del embalse
Entrada de la primera de las tres grandes colas.
Eduardo hacia la orilla de enfrente, Javi a la entrada de la primera de las tres grandes colas y yo al fondo de la misma. Me dirigía allí con la idea de conocer el río Guadalbarbo. Esta gran cola me fue sorprendiendo con cada palada. Al principio de esta gran cola las orillas eran escarpadas, con crestas rocosas que bajaban desde los montes colindantes y se adentraban en el agua.
Mas tarde tuve la gran suerte de ver a una familia de meloncillos buscando alimento en la orilla. El silencio del kayak permitió que me acercara sin asustarlos.
Al final del video se ven mejor estos animalillos
Unos instantes después viví algo que os cuento a continuación. Un enorme bando de cormoranes pasó hacia el norte a gran altura y desaparecieron tras una loma, justo donde acaba la cola del embalse. Seguí avanzando en esa dirección y me encontré con el bando de frente que ahora volaba a baja altura. Antes de llegar a mí, comenzaban a desprender unos objetos blancos que caían en el agua y en las laderas de las orillas. Cada ave desprendía tres o cuatro de estos objetos. Cientos de aves tirándome cosas encima... No entendía nada. ¿Qué demonios es lo que tiraban? Me preocupé un poco pues una pedrada en la cabeza era lo que menos me apetecía. La situación se repitió varias veces pero observando a uno de los cormoranes vi como a mi altura comenzaba a regurgitar pequeños peces, alburnos... Cientos de cadáveres de alburnos flotaban por todas partes.
El último pequeño grupo de aves. Si os fijais se aprecia como se desprendían de los alburnillos
Los alburnos arrojados por los cormorames. Algunos todavía con vida
Llegué por fin al Guadalbarbo que llevaba algo de caudal. Sin duda un rincón precioso.
El Rio Guadalbarbo
En las laderas orientadas al norte, las setas encuentran las condiciones propicias para romper la tierra y desarrollarse...
En cuanto a la pesca... ni un sólo pez a la vista. El bombardeo de alburnos en toda la zona por parte de los cormoranes acabó con la escasa actividad piscícola.
Nos reunimos para almorzar y nos pusimos al tanto. Eduardo, al igual que yo, no capturó nada y Javi nos contó con rabia como había perdido un enorme bass (ver el relato en su blog) que le partió en hilo... Comimos, nos reimos un buen rato y probamos suerte de nuevo en otra parte del embalse. Se levantó un fuerte viento que invitaba a volvernos a los coches... y así lo hicimos.
Una preciosa jornada pobre en capturas pero rica en risas, buen humor y compañerismo, vivida en un entorno bellísimo.
Un pequeño descanso tras el almuerzo
Antes de terminar os animo a visitar PESCAKOR. El relato e imágenes de sus impresionantes capturas del viernes pasado no os lo podéis perder.
Hasta pronto