Hace unas semanas vivimos una aventura en estas aguas. En aquella ocasión, tanto Javi como yo, volvíamos a casa con la sensación de haber estado pescando en un lugar majestuoso, con unas posibilidades tremendas de dar peces de una talla fuera de lo normal. Teníamos claro que volveríamos pronto a este precioso lugar... pasaron algunas semanas y lo hicimos. Se sumó Eduardo, que con su catamarán se dispuso a conocer el Embalse del Guadalmellato.
La tortuosa carretera, que da paso a la presa, pone la puntilla a un largo viaje desde Sevilla. Al coronar el muro vimos desde el coche el altísimo nivel del agua, faltando un par de metros para que sobrepasase el borde de los aliviaderos. El embalse era un espejo, no corría una brizna de aire.

Montamos los "cacharros" y los equipos. Mi idea era encontrar alguno de los enormes barbos (como el que me partió el bajo en la anterior visita a este lugar) y anecdóticamente tentar algunos bases. Lo que quería evitar era lanzarle imitaciones a todo lo que se moviera. Es una verdadera paliza cambiar señuelos y bajos cada cinco minutos y basta que montes un streamer para ofrecérselo a un bass para que en ese momento te pase por delante una carpa de cinco kilos que haga que el corazón te de saltos... Una vez en el agua, comencé a ver las inexistentes orillas. Los árboles habían quedado sumergidos y no se veían lugares para lanzar. La cosa se complicaba bastante para la pesca a mosca.
"botando" nuestros cacharros en unas orillas algo complicadas
Era un buen día para los lances rodados o para pescar desde la piragua, cosa complicada pues el punto de vista sobre los peces es reducido. Tienen que estar a menos de un metro de la superficie para poderlos ver.
En mi empeño por encontrar algún gran barbo, dirigí el paleo hacia el famoso "pasillo" que une las dos partes en que está dividido el embalse. Esta zona tiene unos 150 metros entre las dos orillas y una enorme profundidad.

El pasillo con sus orillas intransitables...
En principio parecía el rincón perfecto para probar suerte. Al comienzo de este pasillo desembarqué para acceder a pie. Me acerqué con todo el sigilo posible a una pequeña zona limpia de árboles. Algo en el agua llama mi atención. Miro a la derecha y veo un bass de alrededor de dos kilos en su nido... y yo con una ninfa para barbos montada en mi caña. Ya empezamos a cambiar señuelos. El pez me vio y no hacía nada por picar, pero quedé impresionado por su tamaño. Era espectacular.

Javi en una primera parada
Luché por abrirme paso entre los eucaliptos y pude observar la cantidad de bases con sus correspondientes nidos que había repartidos a lo largo de la tortuosa orilla.
Soltando un precioso bass que me hizo pasar un buen rato
Fui lanzando como podía intentando no perder el streamer en alguna rama de detrás de mi. En poco tiempo saqué del agua varios bases de un tamaño más que aceptable. Entraban al señuelo con energía y las luchas fueron muy bonitas.

Bases como este eran las capturas comunes
Con el streamer montado me pasaron por delante varios barbos de muy buen porte... Lo que comentaba al principio...lo llego a saber y me llevo dos cañas.

Eduardo y Javi andaban ensimismados machacando las orillas. Javi a pie y con equipo de spining acechaba entre la vegetación. Eduardo no paraba de sacar peces desde el catamarán. Su posición elevada y su buen hacer le dieron muy buenos resultados. Se infló de sacar peces

Era un gustazo sacar peces como este, aunque las orillas te dejaban "K O" .Pero yo quería grandes barbos...
En mi empeño por encontrar esos grandes barbos acabé llegando al mismo lugar donde perdí aquel gran pez de hacía unas semanas. Teniendo en cuenta que en aquella ocasión accedimos desde la cola y esta vez desde la presa (bastante más alejada), os hacéis una idea del palizón que supuso aquel desplazamiento.

La enorme masa de agua en la parte norte del embalse
Aquella decisión me costó caro. En el trayecto a aquel alejado lugar gasté casi todas mis energías. Una vez allí no hice más que pelearme otra vez con la maleza de la orilla en la que saqué otro bass de medio tamaño. Lo complicado del lugar me hizo desistir...
con este panorama había que cambiar el chip
Casi no podía lanzar. Decidí volver, pues estaba muy muy alejado de mis compañeros. Fue entonces cuando se comenzó a levantar algo de viento, por supuesto de cara, que me remató del todo. 
Hace unas semanas...

tras las lluvias...
Una vez junto a mis compañeros, compartimos experiencias y nos pusimos al tanto. Los dos habían sacado muchos peces de muy buen porte. Eduardo le sacó todo el partido posible a su artilugio. Con tesón barrió literalmente toda la orilla situada al norte de la presa, localizando y sacando muchos bases desde su catamarán. Javi desde orilla y a veces desde la piragua sacó un buen número de piezas. Todos satisfechos.
Ultima captura del día
Tras el almuerzo unos cañazos, esta vez desde la piragua y para casa.
Una vez más este lugar se nos muestra como un auténtico paraíso que sólo revela sus secretos si sudas sus aguas... y sus orillas
La distancia recorrida, las orillas imposibles y el cansancio acumulado de días anteriores, me dejaron fuera de juego. El Guadalmellato pudo conmigo...
Aun así mereció la pena.
Para ver más daros una vuelta por Big Fish