Las pocas horas de sueño y las pésimas condiciones meteorológicas no nos quitaron, ni a Carmen ni a mi, las ganas de hacer la primera escapada del año. Los lucios extremeños eran nuestro objetivo.
La oscuridad de la noche y la caída incesante de agua hicieron del viaje de ida un tanto pesado. Desayunamos y por fin las luces del amanecer se colaban entre los negros nubarrones. Llegamos a pie de embalse poco después de las nueve. El fuerte viento me planteó dudas sobre si era apropiado o no usar el equipo de mosca, pero sabía que las condiciones eran buenas para los lucios... había que intentarlo.
Mientras Carmen se quedó en el coche dando una cabezadita, abrigado hasta los ojos, me fui para una zona de rocas salteada de pequeñas playitas, muy interesante pero bastante alejada de donde nos encontrábamos. En el camino oigo, a lo lejos, el zumbido de una embarcación. Sabía que
Javi, Ismael y David podrían andar por estas latitudes buscando algún luciete. La embarcación pasó de largo a gran velocidad y a mucha distancia pero cuando hizo un giro de 180 grados hacia mi supe que eran ellos. ¡Qué alegría! Saludos, intercambio de impresiones y...claro, les pedí el favor de que me acercaran a mi destino. Dicho y hecho. Me dejaron allí y se fueron ¡¡¡nos vemos despueeees!!! me gritaron mientras se alejaban...
La orilla estaba muy revuelta y además comenzó a llover, pero ya estaba allí. La estrategia estaba clara: lances muy lejanos y no parar hasta llegar al coche.
A los pocos minutos conseguí la primera captura.
Un simpático luciete de algo más de un kilo que entró decidido a la mosca.
Al rato sufrí un pequeño percance que me hizo entender lo duros que están los ojos de metal de un streamer . En uno de los lances, cuando tenía muchos metros de linea en el aire detrás de mi, al hacer el lanzamiento para posarla en el agua, el fuerte aire hizo que la mosca se desviara, golpeándome en la parte de atrás de la cabeza...
¡Un autentico balazo! Menos mal que no me llegué a clavar el VMC del numero 2 en el cogote. Para la próxima me llevaré un casco...
Superado el incidente, debía seguir con mi tarea. Lanzar, lanzar, lanzar, lanzar y el embalse volvió a dar sus frutos en forma de preciosos lucios.
Dos capturas más y algunas picadas (espectaculares) llenaron la mañana de emociones.
Llegué al coche cuando volvieron mis tres amigos en la "planeadora".
Nos contamos las batallitas y se marcharon para casa.
Carmen montó su equipo de spinning con un pikie imitación percasol y nos fuimos por la orilla a probar suerte.
Mientras Carmen lanzaba sin parar y Trufa daba buena cuenta de todos y cada uno de los palos que había dispersados por la orilla, conseguimos la última captura.
Tras tres ataques en superficie realmente espectaculares, un bonito lucio nos terminó de alegrar el día.
Más detalles de esta jornada en BIG FISH SEVILLAHasta pronto...