En algunas ocasiones ni siquiera he podido sacar la caña del coche.
El día que tomé esta foto, nada mas llegar vi el panorama y me fui a disfrutar de los pueblos serranos. Los inmensos secarrales veraniegos se han convertido en praderas atestadas de hierba.
En no pocas ocasiones volví al coche para cambiar la caña por la cesta de mimbre y coger algunas setas.
Las que más hemos encontrado han sido pies azules, plateras y champiñones.
En este otro embalse tuve que caminar más de una hora para poder encontrar un hueco entre la maleza donde poder dar unos lances.
Algo inútil pues el agua era puro chocolate y de los peces no había ni rastro. 
Eso si, el sol se dejó ver y con una intensa luz disfruté del campo en pleno esplendor. También he tenido algún apuro en el trayecto hacia alguno de los destinos de pesca.
Los caminos rurales están destrozados por las torrenteras. En una ocasión me quedé empanzado al vadear un arroyo y si no es por un tipo con un cherokee que apareció por casualidad todavía estoy allí sacando arena de debajo del coche.
Al mar hemos ido cinco veces sin resultado alguno.
Normalmente con viento y bajas temperaturas los peces no hicieron ni caso de las moscas que posaba una y otra vez en el agua salada.
Algunos atardeceres dejaron ver el azul del cielo...
pero también los frentes de nubes que horas después llegaban a la capital.
Pocos pescadores he visto en todas estas salidas. Sólo unos pocos colgados deciden dejar el confort del hogar para ir en busca de su particular aventura. Uno de estos curiosos personajes es Álvaro (conocido como Álvarobetico en los foros de pesca) al que tuvimos el gusto de conocer este domingo mientras se adentraba con su kayak en la Ría de Huelva en busca de alguna captura. Su padre, J.Luis, es otro aventurero que nos mostró los tesoros que arroja el mar durante el temporal. Sin duda, dos disfrutones de la vida.
En fin, este comienzo de temporada ha sido un rosario de bolos aderezados por la belleza de las mil facetas de la lluvia y los personajes que disfrutan con la naturaleza en estas circunstancias.
Hasta pronto.



En este otro embalse tuve que caminar más de una hora para poder encontrar un hueco entre la maleza donde poder dar unos lances.




Al mar hemos ido cinco veces sin resultado alguno.

Algunos atardeceres dejaron ver el azul del cielo...



Hasta pronto.